viernes, 14 de junio de 2013

AMARNOS A NOSOTROS MISMOS

Todos nacemos con la capacidad de amar, pero no nos han enseñado a desarrollarla y vivirla de un modo sano, más bien todo lo contrario. Nos han inculcado una serie de creencias que nos llevan, muchas veces, al dolor, a la dependencia, a la sobreprotección y a construir relaciones enfermizas. Buscamos amor y no lo encontramos, nos cuesta experimentarlo de verdad. En la pareja, en la familia, en la amistad, en la ciudad. Al mirar a nuestro alrededor, no vemos a muchas personas que estén haciendo circular su energía amorosa en una forma gozosa y sana. Eso también nos confunde. Estamos tan acostumbrados a vivir así.
Desde la necesidad, la carencia y el apego el amor no es verdadero amor. Es otra cosa. Nos hicieron creer que el amor proviene de afuera y que depende de nuestras relaciones. Cuando el amor se encuentra en el interior de cada uno de nosotros, aguardando a que lo descubramos. Lo hemos de re-descubrir, ya que nos olvidamos de regarlo y se quedó pequeñito.
Dice el terapeuta americano Bob Hoffman, que amor es “el flujo o desbordamiento de bienestar emocional que vertemos, en primer lugar sobre nosotros mismos y, seguidamente, sobre los que nos rodean.”
Es un arte saber amar de verdad: amar no es algo concreto que se da o se recibe; es algo que experimentamos, algo a lo que nos abrimos que en realidad ya está. Amar es algo que si alimentamos, crece. Podemos claro, aprender a cultivar el amor hacia nosotros mismos y hacia los demás. Es una función y como tal, según sea su práctica, estará más o menos en forma, más o menos saludable.
Hay sucesos, que ocurren en nuestras vidas, que dañan las raíces desde donde crece el amor dentro de nosotros: la falta de respeto, el abandono, la vergüenza, la culpa, la exigencia…Esas heridas hay que sanarlas: reconociéndolas, atendiéndolas, cuidándolas. De hecho, el significado profundo de toda neurosis es el de no sentirse digno de ser amado. No sentirse reconocido, atendido y cuidado con todo lo que uno es. Sin embargo si esperamos que alguien venga a hacer ese trabajo por nosotros, estamos listos. Ésta es una tarea individual, responsabilidad de cada cual.
Amarnos a nosotros mismos significa hacernos más conscientes, reconocer todos nuestros personajes, atender nuestras heridas. Cuidar de nosotros mismos  con coraje, ternura y respeto. Honrar nuestra vida. Privados de ese amor, compensaremos esa falta, no sabremos darlo, mostrándonos tan críticos, enfadones y exigentes con los demás como con nosotros mismos.
Conscientes del amor que está dentro de nosotros, entonces sí podemos compartir amor. Y en ese compartir hay libertad, respeto, alegría y un continuo crecimiento.
Es una entrega que sólo puede ser de verdad cultivada entre dos personas cuando se cultiva ya, en cada una de ellas. Sólo podemos amar a los demás tanto como nos amamos a nosotros mismos.
Para nutrir esta relación amorosa con nosotros mismos, hemos de practicar con nuestra mente y ejercitar nuestra atención e intención. Hemos de priorizar momentos en donde decidamos otorgarnos ese amor, en donde decidamos ser nosotros mismos en los niveles más profundos y relajados de nuestro propio ser. Es necesario mantener una continua relación con esa fuente de amor  y apertura que somos, cuando verdaderamente estamos en contacto con nosotros mismos. Para ello podemos: leer libros que nos recuerden esa verdad y nos inspiren; escoger relacionarnos con personas que sientan ese amor hacia sí y reflejen el nuestro; dedicarle  tiempo  a hacer eso que de verdad nos gusta y hace sentir bien; meditar, contemplar o rezar diariamente para empaparnos de ese amor y apertura.
El amor a uno mismo se convierte así en la salud personal, en relaciones personales sanas, en un caudal de bienestar que vertimos al mundo. Empezando por nosotros mismos los primeros. Amándonos a nosotros mismos.


2 comentarios: