Todos
nacemos con la capacidad de amar, pero no nos han enseñado a desarrollarla y
vivirla de un modo sano, más bien todo lo contrario. Nos han inculcado una
serie de creencias que nos llevan, muchas veces, al dolor, a la dependencia, a
la sobreprotección y a construir relaciones enfermizas. Buscamos amor y no lo
encontramos, nos cuesta experimentarlo de verdad. En la pareja, en la familia,
en la amistad, en la ciudad. Al mirar a nuestro alrededor, no vemos a muchas
personas que estén haciendo circular su energía amorosa en una forma gozosa y
sana. Eso también nos confunde. Estamos tan acostumbrados a vivir así.
Desde la
necesidad, la carencia y el apego el amor no es verdadero amor. Es otra cosa. Nos
hicieron creer que el amor proviene de afuera y que depende de nuestras
relaciones. Cuando el amor se encuentra en el interior de cada uno de nosotros,
aguardando a que lo descubramos. Lo hemos de re-descubrir, ya que nos olvidamos
de regarlo y se quedó pequeñito.
Dice el
terapeuta americano Bob Hoffman, que amor es “el flujo o desbordamiento de
bienestar emocional que vertemos, en primer lugar sobre nosotros mismos y,
seguidamente, sobre los que nos rodean.”
Es un arte
saber amar de verdad: amar no es algo concreto que se da o se recibe; es algo
que experimentamos, algo a lo que nos abrimos que en realidad ya está. Amar es algo
que si alimentamos, crece. Podemos claro, aprender a cultivar el amor hacia
nosotros mismos y hacia los demás. Es una función y como tal, según sea su
práctica, estará más o menos en forma, más o menos saludable.
Hay sucesos,
que ocurren en nuestras vidas, que dañan las raíces desde donde crece el amor
dentro de nosotros: la falta de respeto, el abandono, la vergüenza, la culpa,
la exigencia…Esas heridas hay que sanarlas: reconociéndolas, atendiéndolas,
cuidándolas. De hecho, el significado profundo de toda neurosis es el de no
sentirse digno de ser amado. No sentirse reconocido, atendido y cuidado con
todo lo que uno es. Sin embargo si esperamos que alguien venga a hacer ese
trabajo por nosotros, estamos listos. Ésta es una tarea individual, responsabilidad
de cada cual.
Amarnos a nosotros
mismos significa hacernos más conscientes, reconocer todos nuestros personajes,
atender nuestras heridas. Cuidar de nosotros mismos con coraje, ternura y respeto. Honrar nuestra
vida. Privados de ese amor, compensaremos esa falta, no sabremos darlo, mostrándonos
tan críticos, enfadones y exigentes con los demás como con nosotros mismos.
Conscientes
del amor que está dentro de nosotros, entonces sí podemos compartir amor. Y en
ese compartir hay libertad, respeto, alegría y un continuo crecimiento.
Es una
entrega que sólo puede ser de verdad cultivada entre dos personas cuando se
cultiva ya, en cada una de ellas. Sólo podemos amar a los demás tanto como nos
amamos a nosotros mismos.
Para nutrir
esta relación amorosa con nosotros mismos, hemos de practicar con nuestra mente
y ejercitar nuestra atención e intención. Hemos de priorizar momentos en donde
decidamos otorgarnos ese amor, en donde decidamos ser nosotros mismos en los niveles
más profundos y relajados de nuestro propio ser. Es necesario mantener una
continua relación con esa fuente de amor
y apertura que somos, cuando verdaderamente estamos en contacto con
nosotros mismos. Para ello podemos: leer libros que nos recuerden esa verdad y nos
inspiren; escoger relacionarnos con personas que sientan ese amor hacia sí y
reflejen el nuestro; dedicarle tiempo a hacer eso que de verdad nos gusta y hace
sentir bien; meditar, contemplar o rezar diariamente para empaparnos de ese
amor y apertura.
El amor a
uno mismo se convierte así en la salud personal, en relaciones personales
sanas, en un caudal de bienestar que vertimos al mundo. Empezando por nosotros
mismos los primeros. Amándonos a nosotros mismos.
gracias...
ResponderEliminarMuy lindo
ResponderEliminar